Yo he venido para que tengan vida

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4).
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25).
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundan-cia” (Juan 10:10b).
El espíritu es el que da vida” (Juan 6:63).

“….. Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:37-39).

“Y habiendo dicho esto sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22).

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45).
“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).

 

En el principio era Dios

Después de 2000 años de historia y tradición, muchas cosas han cambiado con respecto a lo que fue en un principio la vida cristiana. Por eso necesitamos volver al principio, tal y como nos lo muestra el Evangelio de Juan.
Este Evangelio nos dice que en el principio era el Verbo, o la Palabra, y que la Palabra era Dios (Juan 1:1), por tanto: en el principio era Dios. Juan nos quiso volver de nuevo a Dios porque no necesitamos ninguna otra cosa que no sea Él mismo. Juan nos vuelve al principio, a Dios. ¡Necesitamos volver a Dios!

En Él estaba la vida

lavida1¿Qué estaba escondido en Dios? En Él estaba la vida (Juan 1:14). En el principio era Dios y en Él estaba la vida. ¡Gloria a Dios por la vida! Todos sabemos que la vida es lo más importante en todo el universo y especialmente en esta tierra. Sin la vida todo carece de significado. Pero no hablemos del universo o de la tierra sino de nosotros mismos. ¿Qué es lo más importante para ti? Tu vida. Sin la vida no hay nada. Supongamos que tu vida, hoy, te dice: “adiós”; serían malas noticias. La vida no sólo es importante, sino lo más importante. Pero tienes que saber que la vida humana que tenemos tú y yo no es la vida verdadera. Sobre esta tierra vemos: la vida vegetal, la vida animal y la vida humana; esta última es la vida creada más elevada, pero aún no es la vida real. La verdadera vida está en Dios. La vida real es la vida de Dios.

Él ha venido para darnos Su vida

El Evangelio de Juan nos dice que en el principio era Dios, y que en Él estaba la vida. Pero ahora, Dios quiere darnos esa vida que estaba en el principio escondida en Él, muy lejos de nosotros.
Cuando Dios creó al hombre, Él deseaba darle Su vida, pero el hombre cayó en el pecado y no hubo manera de que la recibiera. El hombre perdió esa vida. Pero, un día, hace 2000 años, el mismo Dios, quien es la vida, se hizo un hombre. La Palabra se hizo carne (Juan 1:14). Dios se hizo hombre, como tú y yo. Su nombre era Jesús. Él mismo dijo: “Yo soy la vida” (Juan 14:6). Mucha gente sabe que Jesucristo es el Salvador, pero poca que Jesucristo es la vida. Si te hubiera preguntado antes de oír estas palabras: ¿Quién era Jesús? Seguramente tu respuesta hubiera sido: “El Hijo de Dios, nuestro Salvador”. Pero ¿que diría el Señor?: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). ¿Sabéis para qué vino Jesucristo? ¿Para salvarnos? Por supuesto que sí, eso es correcto, pero no es la razón principal. En Juan 10:10 dice: “Yo he venido para que tengan vida”. Muchos piensan que Jesús vino a esta tierra sólo para morir por sus pecados, para que cuando mueran no vayan al infierno sino al cielo. Pero ¿qué dice el Señor? Yo he venido para daros vida. ¡Gloria al Señor! Él era la vida y vino para darnos vida.

El Espíritu es el que da la vida

Pero ¿cómo podía el Señor Jesucristo darnos esa vida? Tuvo que hacer dos cosas: primero redimirnos de nuestros pecados y morir en la cruz a causa de ellos, porque el pecado nos separaba de Dios. El hombre cayó y el pecado entró en él. El resultado del pecado fue la muerte. En Efesios 2:1 leemos: “Y Él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. El pecado nos impedía recibir la vida. Dios no podía darnos vida a causa del problema del pecado, el cual trae la muerte. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, y Cristo tenía que ocuparse de ese problema causado por Satanás, quien es el autor de la muerte y del pecado. Así que el Señor Jesucristo murió en la cruz para terminar con Satanás, quitar el pecado y vencer la muerte. En la cruz, Cristo derramó Su sangre para la remisión de nuestros pecados y destruyó a Satanás, venciendo la muerte. Por eso necesitamos la salvación, pero esta no es la meta de Dios con nosotros. El propósito de la salvación es que Dios pueda darnos Su vida. ¡La salvación es para la vida! Así que, Cristo murió en la cruz para lidiar con Satanás y destruirle, y para perdonar nuestros pecados y abolir la muerte. Eso fue lo primero que hizo para darnos vida. En la cruz, Él quitó todas las cosas negativas. Por eso, si creemos en el Señor Jesucristo, somos salvos: nuestros pecados son perdonados y salimos de la muerte. ¡La salvación es nuestra!
En segundo lugar, Cristo tuvo que resucitar de los muertos.
La Biblia nos dice que después de la resurrección Cristo llegó a ser el Espíritu que da la vida (1 Corintios 15:45). La vida que estaba en el principio escondida en Dios, un día, vino en Jesucristo: “Yo soy la vida” y “he venido para dar vida”, pero no podía darla antes de Su muerte. Él tuvo que pasar por la muerte y la resurrección, y después de la resurrección llegar a ser el Espíritu vivificante. Por eso, en Juan 6 el Señor dijo: “El Espíritu es el que da la vida…”.
Después de Su muerte y resurrección, esa vida nos fue dada por medio del Espíritu. ¿No es esto algo maravilloso? Recordad estos tres pasos: La vida estaba escondida en Dios el Padre, fue manifestada en Cristo, el Hijo y nos fue dada por el Espíritu Santo.
Sin el Espíritu no puedes recibir la vida. ¿Quién dice la Escritura que es el Espíritu, hoy? “El Señor es el Espíritu” (2 Corintios 3:17). El Señor es el Espíritu vivificante. En el Padre está la vida, en el Señor está la manifestación de la vida, y hoy el Señor Jesucristo es el Espíritu que nos da la vida.
Muchos cristianos saben que Cristo murió por nuestros pecados hace 2000 años y que ahora está en los cielos. Pero debéis ver que Cristo no sólo está en los cielos. Él es hoy el Espíritu que viene a nosotros para darnos vida.
Cualquier cosa puede estar fuera de ti excepto tu vida. Supongamos que tu vida no quiere estar en ti y quiere sentarse a tu lado, ¿qué ocurriría? Te morirías. Del mismo modo Cristo es tu vida. Él es el Espíritu y está en ti. Él no puede ser tu vida fuera de ti. Tenemos que ver qué es la vida y que sin la vida todo es muerte.

El Soplo de Cristo

P1020403¿Cómo les dio Cristo vida a Sus discípulos? Después de la resurrección, los discípulos estaban en una habitación, temerosos de los judíos, con la puerta cerrada. De repente, Jesucristo se presentó allí y sopló, sí, Él sopló. No les dio ningún mensaje, ni un sermón. Hizo algo maravilloso que quizás os parezca extraño, Él sopló y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22), el Espíritu que da la vida. El Señor sopló este Espíritu dentro de ellos.
¿Cómo les dio el Espíritu? Soplando y diciéndoles: “Recibid el Espíritu Santo”.
El Espíritu Santo es el soplo de Cristo, el aliento de Cristo. ¡Qué misterio! ¿Veis el viento o el aire? No lo veis, pero, está aquí. ¿Lo creéis, lo veis? Mostrádmelo. ¿Veis mi respiración? Pero está aquí. El Espíritu Santo es el soplo del Señor. No se ve, pero está. Después de la resurrección, el Señor sopló en ellos y “Recibieron el Espíritu Santo”.
Supón que hubieras sido uno de esos discípulos sentados en aquella sala cuando el Señor Jesucristo sopló: ¡Pfuuu! ¿Qué habrías hecho? Respirar el Soplo Santo. ¡Respira-Inspira al Señor dentro de ti! El Espíritu está hoy aquí, con nosotros, como el aire. No digo que el Espíritu es aire, sino como el aire. El Señor Jesucristo, después de la resurrección sopló y al mismo tiempo dijo: “Recibid mi Espíritu”. Esto significa que el mismo soplo de Dios es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el aliento o la respiración del Señor, del Cristo resucitado. El Espíritu que da la vida es el Cristo resucitado.
¿Quién es la vida? El Señor. ¿Quién da la vida? El Espíritu. ¿Qué es el Espíritu? El aliento o el soplo de Dios. ¿Cómo te es dado el Espíritu? Por el soplar de Cristo. ¿Qué necesitamos hacer hoy? Respirar al Espíritu de Vida.
Si queréis tener a Cristo como vuestra vida, necesitáis experimentar al Espíritu que da la vida, respirar a este Cristo dentro de vosotros clamando a Su nombre: ¡Oh, Señor Jesús! Respira la vida, respira al Espíritu vivificante. ¡Este es un misterio maravilloso!
Muchos cristianos hoy son religiosos pero no conocen la vida. De-bemos ser cristianos vivos y conocer quién es la vida. Cristo tiene que ser muy real en nosotros.
El aire no sólo está en toda la habitación, sino también dentro de ti. De igual modo, el Espíritu está rodeándote y también está dentro de ti. ¿Estáis respirando constantemente a Cristo como la vida? ¿Cuán a menudo respiras? Continuamente. Si paras de respirar, te mueres. Lo mismo ocurre con el Espíritu Santo. Tenemos que respirar a Cristo como la vida. Muchos cristianos quieren dones, pero no se preocupan de Cristo como la vida. ¿Qué es más importante: los dones o la vida? La vida. Así que siempre necesitas estar respirando: ¡Oh Señor Jesús! Necesitas creer y tener fe en Jesucristo, clamar a Su nombre y respirar el Espíritu Santo. ¡Pruébalo! Debes ser consciente de que el Señor-Espíritu te rodea.
Necesitas aprender a respirar al Señor. Dile: “Necesito respirarte, Señor Jesús”. Sentirás que algo en ti se vivifica. Tu espíritu tendrá vida. El Espíritu te dará vida y empezarás a experimentar al Cristo que mora en ti. Muchos cristianos se pelean por las doctrinas y las enseñanzas, pero eso no es la vida cristiana. Necesitamos a Cristo como nuestra vida, como el Espíritu soplando en nosotros para estar vivos.
“Señor, necesito respirarte. Señor, creo que Tú como el Espíritu estás aquí rodeándome como el aire. Te respiro y clamo a Tu nombre: Oh Señor Jesús”. ¡Gloria a Dios!  JS

 

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