El paseo más significativo de Charlie Duke

Hace unos días vi en los medios el lanzamiento de la nave espacial tripulada “Dragon Crew”, desde Cabo Cañaveral con destino a la Estación Espacial Internacional. Una nave impulsada por un vehículo de lanzamiento reutilizable llamado Falcon Heavy, diseñado por la empresa privada “SpaceX” con la finalidad de abrir la era a futuros viajes comerciales al espacio.  Algo que podríamos calificar como un gran logro de la ingeniería y el intelecto humano. Había miles de personas siguiendo el evento en vivo por internet y otros medios el 30 de mayo de 2020.

Pero mientras el hombre se disponía a dar un salto al espacio, y ponía su mirada en los cielos, la Tierra estaba siendo sacudida por un terrible virus, el Covid-19, una pandemia que está dejando miles de muertos en cada país; y además de esto, tremendos conflictos raciales y sociales en todo el mundo.

Podría parecer que el hombre quisiera escapar de este mundo convulso y buscar la paz en el espacio exterior, como si la solución estuviera ahí fuera, lejos de nosotros. Pero, entonces es cuando te viene a la memoria la famosa frase de Charles Duke: «Puedes viajar a la Luna y aun así estar vacío» – Charlie Duke es una de las 12 personas que han caminado sobre la Luna, y que aún sigue vivo. Su testimonio de fe en Jesús es muy emotivo y singular. Él caminó en la Luna, pero sólo al caminar con Jesús encontró la paz.

A continuación, la historia de fe de Duke, publicada originalmente en Billy Graham.org en Julio de 2015

Si viviste el momento cuando el hombre caminó por primera vez en la luna el 20 de julio de 1969, es probable que ese acontecimiento quedase grabado para siempre en tu memoria. Los primeros pasos de Neil Armstrong llegaron a la televisión a las 10:56 p.m. (EDT). Un gran evento en la historia de los EEUU. Charlie Duke lo recuerda: “¿Cómo podría no hacerlo?”.

El astronauta Capcom (enlace de comunicación) de la misión del Apolo 11, Duke, encargado de comunicarse con Armstrong y Buzz Aldrin durante su aterrizaje en la superficie lunar, apenas podía respirar en esos últimos minutos. La misión estaba en peligro real de abortar y Duke era el único enlace de comunicación del control de la misión con los astronautas que se encontraban en la Luna.

“Estaba muy tenso, demasiado agitado”, así recuerda Duke esa noche en Houston. “Experimentamos     muchos problemas de comunicación, pérdidas de datos, advertencias de sobrecarga de las computadoras. Pero seguimos adelante”. En la balanza había casi una década de agotador trabajo para cumplir el sueño del presidente Kennedy en 1961 y la promesa de poner a un hombre en la Luna y devolverlo a la Tierra sano y salvo a finales de esa década.

Estaban tan cerca.  La superficie de la luna estaba a la vista. Pero el área era demasiado rocosa y se necesitaba más combustible para pasar el módulo lunar a un lugar más liso. “El nivel de combustible era muy crítico”, dijo Duke. “Llamé cuando quedaban 60 segundos, luego llamé a los 30 segundos. Y todavía no habíamos aterrizando. Estábamos a 17 segundos de la llamada para abortar. Como se puede imaginar, la tensión aumentaba en el control de la misión – Escuché: ‘Parada de motor de contacto’. Y sabíamos que estaban en el suelo”. “Unos segundos más tarde, Neil transmitió: ‘Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.  Duke dijo: “Literalmente estábamos conteniendo la respiración”.

Lo que podría explicar la respuesta de Duke en el control de la misión, una de las frases más memorables de todas las asociadas al programa espacial: “Recibido, Tranquilidad, os recibimos. Aquí teníais a un montón de tíos a punto de ponerse azules. Estamos respirando de nuevo. Muchas gracias”.

Después de esto Duke pensó que nada superaría ese momento de su vida. Estaba equivocado. Tres años después se convirtió en la décima persona, y la más joven, en caminar sobre la luna. Pero aún, lo mejor estaba por venir. Seis años después, conoció a Jesús.

 “Caminé en la luna por tres días, pero caminar con Jesús es para siempre”. Dijo Duke

16 de abril de 1972

Estableció un récord de 71 horas y 14 minutos en la luna – cerca de un tercio de ese tiempo, caminando, explorando y recolectando rocas – y más de cuatro décadas después, Duke puede contarte todo lo que quieras saber, como si estuviera haciendo una presentación de diapositivas en la pared de su sala de estar.

“La luna para mí era increíblemente hermosa”, recuerda. “Tenía una belleza descarnada”. No había colores en la luna, eran sólo diferentes tonos de gris en un terreno ondulado. ¿La iluminación?  “Luz solar brillante”, dijo. “Tremenda. Brillante y reflectante”.

Pero la mayor diferencia con la Tierra… “No hay atmósfera en la Luna”, “Miras al cielo y es negro azabache. Aterciopelado. Qué contraste. Esos recuerdos están indeleblemente en mi mente”, dijo Duke, quien caminó en la misión con su compañero astronauta John Young.

Debido a la posición de la Tierra sobre su cabeza y a los cascos espaciales de gran tamaño, sólo en alguna escasa ocasión pudo Duke echar un vistazo a su planeta natal mientras paseaba por la Luna. Hubo algunos momentos preciosos. Mirando por la ventana de la nave espacial, tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre la Tierra, pero no llegó a pensar en el Creador.

“Joya de la belleza”, etiquetó su vista de la Tierra desde el espacio exterior. “La oscuridad del espacio es impresionante y pensar que estamos tan lejos de casa…”, más de 238.857 millas para ser exactos. Pero de alguna manera, Duke estaba incluso más lejos que eso de Dios.

“Ahora que soy un creyente, en mi mente, puedo ver esa vista y proclamar como lo hizo el salmista: Los cielos declaran la gloria de Dios. El cielo proclama la obra de sus manos”, dijo Duke.

Le tomó a Duke seis años enteros, desde su “paseo por la luna” hasta que empezó a caminar con el Señor.

16 de abril de 1978

Nacido en Charlotte, Carolina del Norte, Duke creció en Lancaster, Carolina del Sur. Se graduó de la Navy en 1957, y luego recibió una maestría en Aeronáutica y Astronáutica del MIT en 1964. Un año después, se graduó en la Escuela de Piloto de Pruebas de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, preparando el terreno para su carrera de astronauta.

Pero al revivir esos años, Duke no se siente nada orgulloso de la persona que había llegado a ser en aquel entonces y del matrimonio que dejó desmoronándose.

Se casó con Dorothy (Dottie) Meade Claiborne en 1963 y tuvo dos hijos, Carlos (1965) y Tomás (1967) y su carrera estaba despegando. Además de su puesto de Capcom del Apolo 11, fue seleccionado como refuerzo en la misión del Apolo 13 antes de ser seleccionado para el Apolo 16.

Pero cuando regresó a casa de su “experiencia única” en la vida, la alegría extrema se convirtió rápidamente en una profunda desesperación.

“¿Y ahora qué?”, Duke pensaba para sí mismo. “¿Qué voy a hacer con el resto de mi vida?”. Pero su próxima carrera sería la menor de sus preocupaciones. Dottie estaba deprimida, contemplando el suicidio, esperando que una vez que los días de su marido en la NASA quedaran atrás, ella finalmente tuviera prioridad. Pero las cosas no mejoraban.

“Tenía 36 años. Mi matrimonio se estaba desmoronando”, dijo Duke. “Estábamos navegando hacia las rocas del divorcio. Teníamos dos hijos.  Estábamos bastante desesperados en nuestra casa”.

Buscando alguna solución, Charlie y Dottie asistieron a un evento un fin de semana en el otoño de 1975 llamado Faith Alive (“Fe viva”) en una iglesia en La Porte, Texas.

“Fue un fin de semana muy emotivo para mi esposa en particular”, Duke explicó: “Después de ese fin de semana, terminó la angustia. Ella dijo que lo había intentado todo excepto “Jesús”. Y aquel día ella le dio su corazón a Jesús”.

Casi de inmediato, Duke notó un cambio en su esposa. “Inmediatamente vi que la tristeza se convirtió en alegría. Tenía un espíritu de perdón, de amor, y un espíritu de paz”.

Pero aún tuvieron que pasar dos años y medio para que también Duke dejara que Jesús tomara el control completo de su vida. Un fin de semana fue invitado a un estudio bíblico, donde fue desafiado a aceptar o rechazar las Escrituras. Aunque Duke había crecido asistiendo a una iglesia, nunca había tenido una relación personal con Dios.  “Es verdad o la mayor mentira”, dijo.

“Después de ese fin de semana tomé la decisión: “Sí, Señor Jesús, Tú eres mi Señor. Entra en mi vida”.

Un paso de gigante

Por cierto, Duke no se contentó, en su paseo con el Señor, por empezar con pequeños pasos.

“Comencé a devorar las Escrituras, varias horas al día”, dijo. “Cuanto más leía, más convicción me daba el Señor. Hebreos dice: “La Palabra es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos”. Dios comenzó a revelarme el pecado que había en mi vida”.

Y de repente, Duke pudo experimentar el mismo cambio que estaba viendo en la vida de su esposa.

“Dios me libró de la ira, de la falta de perdón, de todo lo que estaba mal”, dijo. “Fue dramático. Salvó nuestro matrimonio. Ninguna promesa de Dios nos ha fallado”.

En 40 años, Duke ha visto al Señor abrir muchas puertas para usar su experiencia del “paseo lunar” para darle gloria a Dios, con oportunidades de hablar “en todo el mundo” (Su testimonio de fe en Jesús está en Internet en diferentes entrevistas y su web personal).

Ayudó a la Asociación Evangelística Billy Graham en la Cruzada de Moscú de 1992; hizo un viaje previo para reunirse con algunos de los cosmonautas que conocía, junto con miembros de militares rusos.

Y ahora, a la edad de 83 años, Duke a veces se sienta y se ríe de la ironía de todo esto: “Mucha gente de todo el mundo quiere conocer a alguien que ha caminado en la Luna”. Pero todo lo que Duke quiere hacer es darles a conocer a la única persona perfecta que caminó en la Tierra, a Jesús.

(Traducido del inglés: https://billygraham.org/story/charlie-dukes-meaningful-walk/ )

El testimonio de Duke me recuerda las palabras de Pablo de Tarso, hace más de 2000 años, que nos decía que la paz que buscamos y la salvación no hay que buscarla lejos de nosotros, ni en el cielo, ni debajo de la tierra, sino en la persona maravillosa de Jesús: “¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); ​o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). ​Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo (Romanos 10:6-9).

No tienes que subir al cielo, Jesús, el Hijo de Dios, bajó a la Tierra y se encarnó para vivir en ella como un hombre perfecto. Ni tampoco descender al abismo, Él ya lo hizo por ti al morir en la cruz, perdonando tus pecados. Pero se levantó de los muertos, resucitó. Sólo tienes que creer de corazón y confesar que Jesús es tu Señor; entonces, serás salvo. Tendrás la paz que buscas en tu corazón. Especialmente en estos días de incertidumbre que vivimos, donde el miedo, la desesperación y aún más, el odio se quiere apoderar de tantas personas soló hay un camino, solo una solución y es: Jesús. No esperes para abrirle tu corazón y tener esa relación personal con Dios que Él tanto desea tener contigo.

Después de tener una experiencia personal con Jesús, Charles Duke dijo:

“Caminar en la luna no cambió mi vida, caminar con Jesús, sí lo hizo”.     

  http://www.laiglesiaenmalaga.es/wp-content/uploads/2022/01/Charles-Duke-Testimonio-final.pdf                                                                                 

                                                                                                                        Ricardo MC