Cristo en Las Escrituras – Génesis – La Palabra creadora

 

Cristo en las Escrituras – Génesis

Cristo – La Palabra creadora

Al leer la Biblia, tenemos que ser conscientes de que la Palabra que leemos no sólo es un relato de la vida de Cristo – es en Sí misma la Palabra creadora. Desde el principio de la Biblia, encontramos la Palabra creadora de Dios.

Juan, al principio de su evangelio presenta a Cristo como Aquel que creó todas las cosas:

“En el principio era el Verbo (la Palabra), y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (Juan 1:1-4).

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

Pablo, en Colosenses, habla de Él como la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, en quien, por medio de quien y para quien fueron creadas todas las cosas, el cual es antes de todas las cosas y mediante el cual todas las cosas subsisten:

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él (Col. 1:15-16).

Y Hebreos nos dice que todo el universo fue hecho por el Hijo, Jesús, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder:

“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (He. 1:2-3).

Todo lo que no es, llega a existir por medio de Él

 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (He. 11:3).

Todas las cosas visibles llegaron a existir por medio de nuestro maravilloso Cristo, mediante la Palabra creadora. Por medio de Él fueron creadas todas las cosas. ¿Qué tiene esto que ver con nosotros? Porque del mismo modo que las cosas visibles fueron creadas por Él, todas las cosas espirituales se hacen realidad por medio de Él. Antes de que creyeseis no teníais ni vida, ni el Espíritu, ni la salvación. Todas estas cosas llegaron a ser vuestras solamente por medio de Cristo. Todas las promesas de la Biblia se hicieron realidad por medio de Él. ¿No disfrutáis la luz en vosotros? Procede de Cristo, la Palabra creadora. Todas las cosas espirituales que disfrutáis no proceden de vuestro celo por leer la Biblia, ni del mérito de un buen maestro; todas proceden de Él como esa Palabra creadora.

Cuando Dios dijo: ¡Sea la luz!”. Esta frase era Cristo. Todo lo que Dios quiso crear procedía de Su hablar, y todo lo que habló era Cristo. Esto significa para nosotros que todo lo hablado por Dios en Su Palabra se convierte en nuestra sustancia mediante Cristo, la Palabra creadora. Todo estaba vacío y sin forma en nuestro ser interior, la mente y la emoción, toda nuestra alma y nuestro corazón. Pero Dios quiere restaurar, renovar y llenar todo nuestro ser. Quiere hacer mucho en vosotros, en mí, y en la iglesia. ¿Pero, de dónde vendrán estas riquezas? ¡Por medio de la Palabra creadora! Por eso, al leer la Biblia, debemos hacer que todas las palabras “sean” por medio de Jesucristo en fe, pues Él es el Dios que llama las cosas que no son como si fuesen (Ro. 4:17). Sin Cristo, sin la Palabra creadora, no tenemos posibilidad alguna de hacer nuestras las riquezas espirituales. En Apocalipsis 19, Su nombre sigue siendo la Palabra de Dios. Él es todas las Palabras de la Biblia, y Él se convertirá en nosotros en todo lo que aquí está escrito. Él es la palabra de Su poder (He. 1:3). El hecho de que la Palabra de Dios sea una Persona viva la hace tan fuerte y poderosa.

¿Qué queremos decir cuando confesamos en fe: “¿Señor, Tú eres mi justicia”? Descubrimos que el ser humano carece de la justicia demandada por Dios y que nuestra justicia no es sino “un trapo de inmundicia” (Is. 64:6). Ahora sabemos, sin embargo, que Dios ya no nos ve a nosotros sino a Cristo, porque Él murió por nosotros. Pero, ¿somos conscientes que Él, como la Palabra creadora ha llegado a ser nuestra justicia? En nosotros, en donde no podía encontrarse justicia alguna, Él ha llegado a ser nuestra justicia subjetiva desde que creímos en Él. No se trata de que yo, el injusto, aparezca ante el Padre con el Justo, y que el Padre sólo mire al Cristo justo y no a mí. No, como la Palabra creadora Él se ha convertido en mi justicia, y por ello el Padre me ve como una persona justa también, como a uno en quien la justicia ha sido engendrada.

Todo lo que no era vino a ser por medio de la Palabra creadora, y esto es también cierto para todas las cosas espirituales.

La fe de muchos creyentes es sólo objetiva. Reconocen que no son santos y que Cristo es su santificación, pero simultáneamente continúan viviendo una vida que no es santa. No le experimentan a Él como la poderosa Palabra creadora, mediante la cual Él se convierte subjetivamente en nuestra santificación, en verdad, en realidad y en sustancia.

Pero Cristo no es sólo la Palabra creadora sino también la Palabra mediante la cual todo lo que fue hecho por Él recibe consistencia y es preservado hasta la eternidad. Es muy significativo que Juan 1:3 (original) utilice las palabras “ha llegado a ser” y no “fue creado”. Cada vez que os acerquéis al Señor y le confeséis que no tenéis paciencia, Él os responderá: ¡la paciencia llegará a ser!”. O si le confesáis que no tenéis fuerza, Él os responderá de nuevo que la fuerza vendrá a la existencia. Pues Todas las cosas por Él fueron hechas (llegaron a ser por medio de Él), y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. ¡Es tan importante conocer a Cristo como la Palabra creadora!

Todo en Él subsiste

 Muchos dudan de sus experiencias con el Señor. Aunque le han experimentado realmente, se sienten vacíos de nuevo después de algún tiempo, porque todo lo que ganaron lo volvieron a perder; como si se hubiese escapado por un agujero en su corazón. ¿Por qué? Porque no saben que todas las cosas subsisten en Cristo, y que Él es aquél en quien todas las cosas tienen consistencia.

Podemos confiar completamente en el Señor, en que Él puede mantener todo lo que ha realizado en la vida de la iglesia. Nuestro deseo no es permanecer juntos un día, o una década, ni siquiera un siglo, sino que nuestra unidad en la iglesia persista en Él. Él mismo ha creado la iglesia. Pero tan pronto como en la iglesia dejemos de experimentar a Cristo como la Palabra de Su poder que sustenta todas las cosas, y de morar en Él, la vida de la iglesia será destruida. Sólo si le conocemos como esta Palabra y le experimentamos, la iglesia se mantendrá en unidad.

Tenemos que experimentar a Cristo no sólo como la Palabra creadora, sino también como la Palabra que mantiene cohesionadas todas las cosas. En la iglesia precisamos esta Palabra.

 

J. So

Extracto de la conferencia de Primavera 1998 – Las inescrutables riquezas de Cristo en el Pentateuco I (Mensaje 2)